La semana pasada habrás visto que muchas empresas han cambiado su logo a violeta e Instagram se ha llenado de mensajes felicitado el 8M.
Oportunismo comercial claro en el primer caso; desconocimiento histórico seguramente en el segundo.
Y es que, lejos de ser una jornada de celebración, el 8 de marzo es un día de lucha. La elección de la fecha se suele asociar a dos momentos claves, pues no hay consenso en este punto: fue otro 8 de marzo de un año lejano, 1857, cuando las trabajadoras del textil estadounidense se manifestaron en las calles de Nueva York para reivindicar la mejora de sus condiciones laborales. Más de cien fueron asesinadas por la policía; el 8 de marzo de 1908, esas obreras volvieron a manifestarse en la misma ciudad y se cuenta que un centenar de ellas murieron en un incendio de la fábrica Cotton.
En lo que sí hay acuerdo es en el hecho de que el primer Día Nacional de la Mujer se celebró en Estados Unidos el 28 de febrero de 1909 por parte de organizaciones de mujeres socialistas. Y con un éxito de asistencia más que notable: se calcula que a las marchas de Chicago y Nueva York asistieron unas 15.000 personas. En Europa, las primeras reuniones para implantar esta jornada se llevaron a cabo un año más tarde y en torno a una lucha clave en aquellos momentos: la lucha por el sufragio universal femenino. De nuevo, el movimiento estaba liderado por la Internacional Socialista. El Día Internacional de la Mujer se celebraría por primera vez en cuatro países europeos en el año 1911: Alemania, Dinamarca, Austria y Suiza.
El retraso de España fue enorme en este sentido: no sería hasta 1978 cuando se celebrase el primer 8 de marzo español (evidentemente, casi cuarenta años de dictadura habían tenido mucho que ver en ello). Y como curiosidad, si bien las organizaciones feministas convocaron la manifestación en Madrid, fue la autoridad gubernativa la que eligió el recorrido, por Paseo de Pintor Rosales (una zona bastante conservadora donde la marcha no fue demasiado bien acogida).
Como ves, el 8M ha sido pues jornada para la lucha, la conmemoración y la reivindicación. Y, en pleno 2023, todavía queda mucho por hacer para lograr una plena igualdad y convertir esa jornada en una fiesta. Así que, recuerda, ¡no me felicites el 8M!