La primera universitaria que no se disfrazó de hombre
¿Habías oído hablar de María Elena Maseras?
Hay hitos en la historia que habrían pasado a los libros de historia de no ser porque sus protagonistas fueron mujeres. Nuestra historia ha sido siempre silenciada, directamente eliminada o, en casi todos los casos, minimizada.
Es por eso que abro este artículo con una pregunta: ¿habías oído hablar de María Elena Maseras?
Seguramente no, lo cual resulta sorprendente teniendo en cuenta su carácter de absoluta pionera: fue la primera estudiante universitaria en entrar en una facultad vestida inequívocamente como mujer. Cierto, había habido otras antes, pero siempre vestidas como hombres para evitar ser expulsadas (como Concepción Arenal, con atuendos de chico para realizar sus estudios de Derecho en la Universidad de Madrid).
María Elena Maseras acudía a las aulas con esos vestidos decimononos (nació en 1853) que me cansan solo de pensar en su peso e incomodidad (no me los quiero imaginar un día de lluvia en Santiago, donde yo estudié), y entre corsés y faldas pudo terminar sus estudios de Medicina en la Universidad de Barcelona.
Claro que la moral del siglo XIX tenía límites muy marcados: vestida de mujer, vale, pero sentada junto al profesor, para no producir disturbios entre el resto de alumnos. ¡Hasta ahí podíamos llegar!
Y, más triste todavía, nunca pudo llegar a ejercer su profesión de doctora: pese a que en 1878, seis años después de matricularse, termina la carrera con excelentes calificaciones, tendría que pasar todavía un tiempo para ver a las primeras médicas españolas en ejercicio (y, en pleno siglo XXI, escuchamos ahora voces que consideran que su número es excesivo y, por maternidades y conciliaciones, puede poner en peligro el sistema de salud. Ver para creer…).
Ella opta, entonces, por una profesión mucho mas adecuada a las normas de la femineidad de su época: la de profesora. Aunque sin dejar de todo de lado su interés por la salud: va a compaginar la docencia con la escritura sobre temas sanitarios, de cultura y ocio para el periódico El Pueblo.
Nunca sabremos si María Elena fue feliz o no con esa reinvención profesional, si terminó por adaptarse a las alumnas de su escuela primaria o hasta el final de sus días se siguió imaginando entre batas blancas y bisturíes. Como a tantas mujeres, no le dieron otra opción…